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Orejeras de oro Mochica

Sala 11, Vitrina 137


Metal
Costa norte del Perú
Época Auge (1 – 800d.C.)
ML100071 y ML100072, ML100098 y ML100099, ML100100 y ML100101, ML100102 y ML100103, ML100119 y ML100120, ML100189 y ML100190, ML100782 y ML100783, ML100784 y ML100785, ML100786 y ML100787, ML100788 y ML100789, ML100849 y ML100850, ML100852 y ML100853.

A lo largo de la historia y en diversas culturas, el cuerpo no sólo se ha ornamentado, sino que se ha transformado, por medio de tatuajes, perforaciones y deformaciones. Algunas partes del cuerpo como los labios, las orejas y los propios cráneos son modificados con procesos que duran prácticamente toda la vida.

Las orejeras han sido uno de los ornamentos más significativos para distinguir a los personajes con poder en los Andes. Cuando llegaron los españoles, llamaron “orejones” a los nobles incas, impresionados por el tamaño de sus orejas, agrandadas por los adornos que llevaban. Algunas de estas orejeras eran tan pesadas y grandes que para mantenerlas en su lugar, se sujetaban con bandas que iban amarradas a la cabeza.

En las orejeras Mochica se puede observar el magnífico trabajo de mosaicos con gemas como la crisocola, la sodalita y la turquesa, así como el uso de nácar y concha de Spondylus. La diversidad de materiales en estos ornamentos exclusivos de prestigio, da cuenta clara de la participación de las élites en redes de intercambio de larga distancia.

Destacan las representaciones de rombos, espirales, iguanas y aves guerreras en el disco de las orejeras. Algunos vástagos de orejeras eran también finamente decorados con escenas del combate ceremonial.